Cuando se encontraba inmerso en la frustración, el músico Händel compuso el oratorio “El Mesías” al experimentar un renacer gracias a la palabra. A pesar de la gran reputación de la cual gozo el joven, pasó un tiempo estancado y cada obra que presentaba recibía pésimas críticas. Incluso comenzaron a decir los días de gloria de Händel se habían acabado, al igual que su inspiración. Semejante presión por la posibilidad de no poder restaurar su honor causó una parálisis en los dedos del músico. Y un día, en medio de su sufrimiento, leyó la biblia que un amigo le había dado. Al leer: “¡ Consolad, consolad a mi pueblo!” , Dice vuestro Dios” (Isaías 40:1), sintió una energía que recorría todo su cuerpo. Allí, decidió expresar este pasaje a través de la música y, veintitrés días más tarde, nació la gran obra “el Mesías”. El 23 de marzo de 1743, lanzaron el oratorio en un teatro de Londres y, cuando comenzó a sonar el “Aleluya”, el rey Jorge II se puso de pie repentinamente para aplaudir, seguido de todos los presentes.
Así como Dios creó el cielo y la tierra con la palabra, si la guardamos en nuestros corazones, se dará lugar a una obra creativa y la redención en nuestros corazones, dará lugar a una obra creativa y la redención en nuestras vidas comenzará. Ahora, como Jesús es la palabra, si permanecemos en él, su gracia y su paz también serán nuestros.
La regla de la abundancia, Kang Jun-min